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La secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, arribó ayer a México para sostener una serie de encuentros con su homóloga Rocío Nahle.

En la reunión con la representante de Estados Unidos estuvo también:

  • El canciller Marcelo Ebrard
  • El presidente Andrés Manuel López Obrador
  • Los integrantes de las juntas de coordinación política de las Cámaras de Diputados y de Senadores
  • Miembros de la industria y la sociedad civil
Se reitera cooperación entre México y Estados Unidos

Durante la reunión con el titular de Relaciones Exteriores, Granholm afirmó que su país será un gran aliado de México en energías limpias.

Además aseguro que “al final de cuentas vamos a ser aliados fuertes que apoyen firmemente una economía norteamericana fuerte”.

Asimismo, se refirió a su cita con el mandatario como una “oportunidad de tener una muy buena conversación con un gran aliado”.

Se reitera cooperación entre México y Estados Unidos

Las declaraciones emitidas hasta el cierre de esta edición apuntan a despejar dos impresiones falsas.

La primera, es la muy difundida de que el gobierno federal carece de una política energética con enfoque ambiental aprovechando las energías limpias.

En este aspecto, recordar que se ha puesto en marcha un amplio programa de recuperación y modernización de las plantas hidroeléctricas abandonadas por administraciones pasadas.

La segunda impresión errónea que se desmiente es la de que la administración Biden amonestaría a México por la lentitud de sus avances hacia la transición energética.

Además de que tal actitud sería una intromisión en la soberanía nacional, Washington no está en buena posición para “regañar” a cualquier otra nación por sus resultados en la materia.

Para ilustrar estas disparidades, puede mencionarse que los habitantes del país vecino consumen en promedio 10 veces más barriles de petróleo al año que los mexicanos.

Remarcar el enorme costo ecológico del llamado “estilo de vida estadunidense” no implica eludir la responsabilidad propia en la lucha contra la contaminación y el calentamiento global.

Por ello, resulta positivo que la agenda bilateral se establezca en términos de colaboración, y es de esperarse que este tono se mantenga en lo subsecuente.

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